Ne, sensei?

Demasiado tiempo llevaba deambulando solo por ahí. Y aunque el lago y el bosque eran lugares interesantes para estar y quedarse allí horas muertas sin hacer nada, su vena social le pedía conversar con alguien. Y cuando decía "conversar" se refería a tocar temas psicológicos y oscuros, puesto que era lo que mejor se le daba.

¡Bingo! En la academia tenían psicólogo. Algo bastante aceptable para ir empezando, según Radu, quién se había plantado frente a la puerta y había observado la placa con el nombre de "Ludwig" mas de quince minutos, como si la puerta fuese una gran barrera entre el y la sala.
Al final, y considerando una estupidez tocar, giró el picaporte y entró, cerrando la puerta tras de si, y metiendose con el mismo descaro al despacho del psicólogo.

-Yo, sensei.-fué lo único que dijo, mientras la segunda puerta se cerraba lentamente tras su espalda.

Sintió un escalofrío por la nuca y levantó la cabeza de sus papeles.
Ese día estaba redactando un informe psicológico dado lo poco que había visto en el ambiente de la institución. Por supuesto todo era hipotético, pero lo sentía de vital importancia en su trabajo.

Un estudiante se había colado en su despacho como una sombra siniestra, saludandole con una voz aún mas siniestra, mientras parecía crear su propio ambiente tétrico con el sonido de las visagras de la puerta al cerrarse despacio.
Apartando eso de su mente por el momento, se puso en pié para recibirle, saliendo de detrás de su mesa con una sonrisa algo forzada.

-Buenos días...-no recordaba su nombre, así que supuso que debía ser nuevo-¿Puedo ayudarte en algo?

Aquel crío daba miedo.

Se acercó a la silla frente a la mesa tan silenciosamente que parecía estar flotando. Se sentó, sin dejar de mirar al psicólogo y su aura inquieta.
Se había dado cuenta de que casi todos reaccionaban así al toparse con el, aunque no le daba mayor importancia. Era lo que tenía el cambio cultural.

-Venía a hablar con usted-habló, relajado y completamente tranquilo-Acabo de llegar, soy Radu.

Fué una presentación corta y sin muchos datos. Se limitaba a mirarle, como quien va a cazar, sentado en la gran silla, apoyando los brazos a los lados. Tras el momento de silencio, incómodo para el rubio, Radu sonrió.

-Hablemos, sensei.

Apretó los dientes, sintiendo de nuevo aquel escalofrío recorrerle la espalda mas que nunca.
Sentía que aquellos ojos veían mas de el de lo desería, así que se volvió a sentar en la silla, intentando recuperar el control de la situación.

-C-claro, hablemos...-carraspeó y colocó los papeles que tenía en la mesa a un lado, sacando del cajón una de las fichas para estudiantes luego-.Antes que nada, me gustaría...tener tus datos. A no ser que tengas un problema urguente, en cuyo caso...

Volvió a mirarle y dudaba seriamente que tuviese problemas. Mas bien sentía que el único que los tendría era el mismo. Puso su pluma a ras de folio, esperando cualquier dato que pudiese aportar el estudiante.