Había llegado tarde al inicio del curso porque su madre no pensaba mas rápido. De todas formas no la culpaba. Radu no solía dejarse llevar por sus emociones, pero al estar frente a aquella estructura enorme que formaba el edificio de la academia, la maleta de viaje se le cayó al suelo.
Muy acostumbrado estaba a ver castillos viejos y enormes, otros casi en ruinas y recubiertos de plantas y matorrales secos... Pero aquel castillo en plena cuidad, tan nuevo, tan moderno, lo dejó sin habla al menos el primer minuto que lo vió.
Claro que después de verlo por dentro y acostumbrarse rápidamente a sus pasillos laberínticos, salió a las inmediaciones de bosque, donde pretendía seguir explorando sin mucho interés. Es solo que quería hacer algo y el bosque le recordaba a su casa.
Caminó por un camino trazado gracias a las pisadas contínuas y se adentró entre los gruesos troncos y la tupida vegetación, la cual tapaba el cielo a medida que entraba. El sonido agudo de algún animal resollaba entre las ramas de los árboles mas altos, y lo poco que se veía del cielo le señalaba que atardecía rápidamente.
Dió con un pequeño claro excento de hierba alta y arbustos llenos de picos, y se detuvo en medio, como si fuese el centro de atención en algún tipo de reunión importante.
Una brisa a ras de suelo hizo a sus ropas levitar levemente antes de subir y fundirse con el viento del cielo, al cual Radu alzó la vista.
Quedó allí, en silencio, mientras veía a la luna aparecer por aquel resquicio que se dejaba ver.
Muy acostumbrado estaba a ver castillos viejos y enormes, otros casi en ruinas y recubiertos de plantas y matorrales secos... Pero aquel castillo en plena cuidad, tan nuevo, tan moderno, lo dejó sin habla al menos el primer minuto que lo vió.
Claro que después de verlo por dentro y acostumbrarse rápidamente a sus pasillos laberínticos, salió a las inmediaciones de bosque, donde pretendía seguir explorando sin mucho interés. Es solo que quería hacer algo y el bosque le recordaba a su casa.
Caminó por un camino trazado gracias a las pisadas contínuas y se adentró entre los gruesos troncos y la tupida vegetación, la cual tapaba el cielo a medida que entraba. El sonido agudo de algún animal resollaba entre las ramas de los árboles mas altos, y lo poco que se veía del cielo le señalaba que atardecía rápidamente.
Dió con un pequeño claro excento de hierba alta y arbustos llenos de picos, y se detuvo en medio, como si fuese el centro de atención en algún tipo de reunión importante.
Una brisa a ras de suelo hizo a sus ropas levitar levemente antes de subir y fundirse con el viento del cielo, al cual Radu alzó la vista.
Quedó allí, en silencio, mientras veía a la luna aparecer por aquel resquicio que se dejaba ver.