En busca de "negocios" (privado)

Decidio salir temprano hoy, vistiendo su mejor terno color negro. La corbata a rayas de un color plateado que resalbata sobre la linda y fina camisa blanca de doble puño. Zapatos adecuados y en su mano derecha un maletin de cuero cafe chocolate con evilla de oro. Pero porque tanto lujo?.

Cuando se trata de negocios, el siempre debe dar una buena imagen de si mismo.

Recorrio Shinjuku admirando las tiendas que en su mayoria eran de tecnologia, sabia que estaba en el lugar correcto para poder comprar un edificio y abrir su propio negocio. Es mas, a eso iba ahora.
Caminaba con un mapa en su mano izquierda y sobre este una pequeña hoja con toda la informacion sobre Shinjuku y sus alrrededores, el que le importaba ahora: Ichigaya.

- la estacon de I..Ichi...gaya-esforzandose por leer correctamente su no tan elavorado japones, preguntando (mejor dicho amenazando xD) a la gente para que le dijera la direccion correcta.

-gran area comercial....aqui esta!-admirando los grandes edificios con espejos donde se reflejaban los rayos del sol y le daban de lleno en su rostro. Se puso unos lentes oscuros y con una sonrisa llena de confianza camino por las calles en busca de un edificio empresarial adecuado para comenzar sus negocios (algunos no muy legales e_e).

-disculpe....estoy interesado en comprar este edificio empresarial-se habia acercado a una recepsionista que le sonreia coquetamente y parpadeaba cada quince segundos, si los habia contado xD-me gustaria hablar con el encargado y ver asi los detalles de la compra....-la sonrisita coqueta de verdad le estaba irritando-....u__ú porfavor!-pidio pr ultimo apartando la vista de la joven que le dijo algo en japones y se levanto de su sitio. Dejo salir todo el aire que habia estado conteniendo para no gritarle a la mujer, sintiendose mucho mas relajado, diviso unos sofas y decidio esperar ahi el regreso de la japonesa-veamos....-saco unos papeles de su maletin y comenzo a revisarlo-

Él definitivamente era un genio; un genio de los negocios, de los contratos, de las ‘letras pequeñas’ y, sobre todo, de cómo romperlas (xD), nadie podía ganarle o superarle en la economía… quizás imitarlo, en pocos casos como el que podía ser Kiku, quizás igualarlo… ¿pero superarlo? Jamás.

Y su sonrisa denotaba no sólo su confianza sino también su buen humor, ¡que nadie subestimase a un Lord británico! Menos a uno como él, que controlaba prácticamente el 70 % de la economía de hogar, y que le salían acciones y empresas compradas hasta de los bolsillos. Con Kiku habían cumplido recientemente dos meses, y ya hacía un tiempo que habían hablado del asunto de su empresa familiar; Arthur no pensaba dejarla, pero tampoco quería dejarlo a él… entonces, se quedaría en Japón y, tal como lo había hecho esos últimos años, organizaría a su empresa desde allí, además de asociarse al emporio de Kiku y los Honda.

Ésa era la idea principal, sumada a la asociación con la empresa en la que su primo trabajaba y… - ¡Todo está yendo mejor que nunca~! – Sonreía con felicidad; la maquinaria de los Kirkland ya había cruzado todas las fronteras que aún le quedaban, por lo que entre los comercios legales de tecnologías y transportes, y los no tan legales que entre ellos incluían su para nada conocido comercio de ciertas… sustancias, su promesa de llegar ‘más lejos’ que su abuelo y su padre estaba cumpliéndose con creces.

“Bieeen~, ¡comencemos por Ichigaya!” Animado, avanzó arreglándose el traje y los anteojos de sol; sus cabellos lucían tan desordenadamente bien como siempre, y como era un caballero inglés no podía estar impresentable en una situación como ésa: había elegido su predilecta camisa de mangas largas blancas abotonada, con una corbata rojiza y sobre ésta un saco negro bastante ceñido. Miró el edificio desde su lugar, con una actitud más seria, las cejas alzadas y las manos en la cintura. “Jeee, realmente es grande, ¿verdad…?” sonríe de medio lado y entra, cargando un maletín en la mano derecha y entrando para hablar con la recepcionista, que acababa de hablar con otro hombre a quien Arthur no prestó atención.

“Sí..., mi nombre es Arthur Kirkand… yo había llamado hace días para tener una entrevista con el dueño del lugar, así que… ¿eh?” Le llamó la atención que la joven le mencionase de ir a esperar con su ‘socio’ al sillón… ¿Socio? Él no había mandado a ningún socio, ¿a quién se refería? No notó la formita coqueta en que la mujer le miraba, y enseguida se formó una expresión confusa en su rostro, llevando una mano única a su cintura y caminando hacia los susodichos sillones, queriendo averiguar lo más pronto posible quién era aquél que quería lo mismo y… encontrándose con la última persona que, en negocios, hubiese deseado encontrarse…

“T-tú… ò//o ¡¿q-qué rayos haces aquí, Vash…?! ¡Mejor regresa a tu jodida aldea de chocolate!”
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Spoiler:

Estaba tan metido en sus asuntos y los papeles que tenia en las manos que apenas se habia fijado que habia llegado otra persona. Solo sintio la boba risita de la mujer- talves deberia considerar la idea de asociarme con esta empresa....mmmm-unos pasos que se fueron acercando lo distrajeron de su meditacion, obligandole a levantar la vista solo un poco, alcansando a ver unos zapatos batante elegantes...fue subiendo hasta llegar a una corbata roja muy chillona para su gusto y finalmente al rostro que se le hacia, desgraciadamente, muy familar.

-Arthur?? ...que que hago...-sacudio la cabeza frunciendo el ceño-....espera! eso deberia preguntar yo! que haces TU aqui!!-dejo los papeles de lado colocandose de pie para encararlo, riendo por dentro al ver que era mas alto que el ingles. Alzo el menton con aire de superioridad, cruzandose de brazos sonriendo con cierta maldad, siempre habia sido competitivo, mas con Arthur. Sus metas y ambiciones eran casi parecidas-si quieres saber....estoy aqui para hacer negocios!-se fijo en la tenida formal del mayor-.....no me digas que tu....no, imposible!-se paso una mano por el rostro riendo sin muchas ganas-vine a comprar este edificio, para abrir diferentes comercios-toma los papeles que habia dejado en el sofa y se los pasa por la cara-sucursales bancarias, chocolateria, tienda de relojes, navajas, farmacias y por ultimo armas...claro, debere sacar un permiso para venderlas, pero...no hay nada que no se solucione con algo mas de dinero-puso una mueca de desagrado dejando los papeles sobre su maletin-provengo de una familia de empresarios, debo seguir con los negocios familiares aun si no estoy en suiza, y japon es una maravillosa oportunidad!

"¡¿Y-yo?! ¡¿C-cómo te atreves a preguntarme eso, baka?! ¡JAH! ¡¡De-deberías saber con quién estás hablando, nunca subestimes a un Lord Británico, you moron!!" Ni lerdo ni perezoso le encaró al otro, señalándolo y levantando su voz mientras sonreía y reía al hablar con un tic nervioso, casi picándole el pecho y sin verse para nada intimidado a razón de la altura. ¡Eso no tenía NADA que ver! Él era 10.000 veces mejor a Vash, por muy alto que fuese el suizo.

Sin embargo, su temor inicial se confirmó al notar aquella sonrisa pretenciosa y ambiciosa surcarse en el chico de Suiza, sufriendo un tic una de sus cejas casi por inercia al pensar que -otra vez- tendría que terminar discutiendo y peleando por el derecho sobre tal o cual negocio; esa era una cuestión que siempre había existido entre aquellos dos, desde que hacía dos años se conocían. Al ser Vash de una familia de inversionistas y comerciantes, y él de una de Lores que además eran empresarios, en el ámbito económico terminaban chocando constantemente, más que nada porque ambos tenían formas muy materialistas y simples pero efectivas de pensar. Para ellos era todo casi como un juego de ajedrez.

"J-jah... ¿negocios? ¡No me hagas reír! ¡Nunca en tu vida tú o algún miembro de tu fmailia podría llegar a alcanzar el nivel del emporio económico de los Kirkland! Además, desde que YO estoy a la cabeza de la familia, ¡las cifras sólo han aumentado!~ Ahahaha~ y para tú información, yo ya tengo futuros contratos con una gran empresa japonesa así que..." Sonrió engreído, aunque sus mejillas se tiñeron levemente de rojo; aquella 'gran empresa' era la del Director, pues ésa era la forma y excusa perfecta para que él se quedase a vivir en Japón luego de la escuela, aunque... naturalmente, nadie sabía que pensaba hacer eso. "... puedes ir dejando de pensar en tus tiendas de chocolate, en tus cuadros llenos de vacas y tus montañas lecheras... ¡ah! Y por cierto, por mucho dinero que tengas, no podrás vender armas... la portación de armas es ilegal en Japón, y la corrupción no puede darse en un edificio tan lujoso y al público como éste, ¿o sí...? Jajaja~ ¡ve pensando en otra cosa, Vash~!" Exclamó, bajando la voz casi con picardía al hablar de la 'corrupción', pues ambos sabían muy bien que el otro la ejercía en más de una ocasión (xD), y luego levantándola confianzudo ante lo último.

Sus manos ya se habían ido a su cintura por supuesto, acompañando a la engreída y altiva risa burlesca del británico, casi como si la decorase de forma indespensable.