Deseos (privado)

- M-malditas sandalias...- Ese era uno de los principales pensamientos que rondaban la cabeza del rubio británico desde que Kiku le había ayudado a colocarse el yukata que el mismo japonés le regaló; ¿cómo hacían para caminar en esas cosas? ¡Eran incómodas y... de madera! A él le gustaba más el cuero y... la siempre fiel goma, eso era lo que pensaba, pero... al mirar a su lado a su amado, caminando tan tranquila y sencillamente y viéndose tan bien con el yukata, todo eso le hacía pensar que... bueno, valía la pena, ¿cierto? Claro que sí. Al fin y al cabo pasaría una buena noche, y si él quería aprender de cultura japonesa, nada mejor que aprender participando de ella.

Apenas si habían llegado a la imitación de la Silla de Tengu, Kiku ya le había explicado lo que significaba, y el tal Tengu estaba a poco de convertirse en uno de sus amigos; por alguna razón, siempre lo saludaba, y Arthur sonreía ante ello. Aquel día Kiku le había ayudado con el yukata, y aunque se sentía extraño al mayor parecía gustarle, razón suficiente para que él lo usase; ahora caminaban por el camino de tierra, sin haber llegado aún a la poblada zona repleta de puestos de comidas o juegos, y a medida que caminaban él miraba la mano movediza del japonés.

"E-entonces, ¿debo escribir un deseo y colgarlo en un árbol de bambú, verdad...?" Susurró, sonriéndole entre apenado y curioso, mientras deslizaba su mano algo tímido y tomaba la ajena, siguiendo el camino de esa manera. Realmente no estaba muy seguro de qué podría pedir si... con él a su lado, ya no había nada que él desease tener más.

Desde hace varios meses que no iba a un festival, había estado completamente consumido por el trabajo, y no exactamente el de la academia. Además tampoco tenía una grata compañia con quien compartir las festividades, salir a dar un paseo por los puestos y en la noche, contemplar las estrellas sentados en alguna colina...aquello él no lo tenía antes, pero ahora si y era necesario.

Caminaba por el bosquecillo, portando una bella yukata de tonos violaceos y un obi color vainilla, balanceando la mano de un lado a otro cuando sintió que él rubio la tomo, dejandola mas tranquila y entrelanzado los dedos.

"Hai, así se hace, eso se llama tanzaku" contestó tranquilo y sonriente. "Yo no sabría muy bien que pedir, generalmente son buenos deseos sobre salud y fortuna" Subió la vista mirando al cielo, notando como aquella noche estaba mas estrellada que nunca. "Luce muy bello el cielo esta noche...y tu también" Al decir esto paro su andar sin soltarle mano al otro.

"P-podemos quedarnos un poco acá? Quiero estar a solas contigo un rato, esta muy tranquilo y no hay gente que nos moleste..."

Sus ojos temblaron con una feliz y vergonzosa esperanza, sin poder sonreír pero mirando casi con brillo en la mirada y algo atontado cómo la cálida mano del japonés, siempre en contraste a sus frías manos, dejaba de moverse y pasaba a entrelazarse con la suya. Y la suya tembló un poco, pero enseguida la aferró hacia sí de forma dulce, sufriendo un escalofrío que recorrió todo su cuerpo y le hizo sonrojarse aún más fuerte, tragando saliva y sin poder dejar de mirarle, aunque fuese, de reojo.

"Salud y fortuna... mh, entiendo... pero, ¿qué eso no suena muy general...? Di-digo, suena a que no es algo que la persona desee en verdad, sino solo algo que escribe por costumbre... ¿o sí lo hace con sentimiento?" Bastante confundido ante ese aspecto, volvió a sentirse desorientado con respecto a qué debería desear o pedir; si fuese un deseo de verdad, seguramente sería uno relacionado a él, su persona especial. Pero si eran superficiales entonces... "¿Mh? ¿Kiku?"

Se detuvo en cuanto el japonés empezó a mirar el cielo, siguiendo su mirada y levantando su mano libre para colocarla en su frente. Pestañeó sorprendido ante la hermosura de las estrellas, que hacían verse al cielo casi violáceo de tanta cantidad y tanto brillo que se percibía aquella noche. "¡Wahhh...! Es cierto, qué hermosas..." Miró hacia arriba y al final sonrió feliz y dulcemente, aunque su sonrisa se reemplazó por una nerviosa y vergonzosa cuando Kiku le elogió. "A-ajajaja... n-no tanto, en realidad... n-no como... no como tú...//////" Escondió la mirada con verguenza tras sus cabellos, y cuando el mayor se detuvo le miró algo cohibido.

"¡Ah...! T-tu quieres... ¡cla-claro! A-...allá hay algunas bancas pero... ehh, podemos ir cerca de esos árboles..." Susurró, indicando algunos cerezos aún en flor un poco más atrás. Le miró avergonzado y bajó hasta su oído, semi escondiéndose para susurrarle allí. "... p-podemos quedarnos todo lo que tu... quieras //// Di-digo... solo quiero estar con-tigo..."

Rió suavemente al sentir la respiración de Arthur cosquilleandole en el cuello. "Yo también quiero estar contigo solamente...te amo, te lo he dicho antes verdad?...pero si no es así lo vuelvo a repetir, te amo Arthur Kirkland"

Rodeó el cuerpo del rubio, posando sus manos en la espalda de este, aquella que le gustaba tanto al sentirla tan ancha y fuerte, por lo menos mas que la de él. De inmediato apoyó su cabeza en el pecho del otro, entrecerrando los ojos y suspirando "Me gusta esta sensación, el hecho de sentirme seguro en tus brazos...a pesar de que el mayor sea yo...me siento como un niño pidiendo refugio cuando te abrazo..."

Que ganas de haber estado en casa en aquel momento, tendidos en algún lugar, no por querer hacer el amor en ese momento, sino para quedarse dormido de aquella forma, con esa aura que le traía calma y paz. Quizás podría desear aquello, jamás separarse del abrazo del británico, o quizás que toda su vida oculta como yakuza no existiera, y así no tener ese peso sobre los hombros y el remordimiento de estarle mintiendo, ocultando tantas cosas a quien mas ama.

"En el deseo...puedes escribir lo que tu quieras amor" Sonrió amablemente intentando mirarle a la cara. "Sabes que pediria yo? Que nunca te aburras de mi por la edad...a veces temo eso...cuando tu tengas 34 yo ya tendré 51..." Sonó algo afligido por aquello, esa era una de las inseguridades que existían. Jamás dudaba de que Arthur le pudiera ser infiel, eso era lo que menos temía, aunque si le llegaba a ser infiel, de seguro sería por su propia culpa. Siempre tendía a pensar que si algo le molestaba al rubio era por que él mismo hacia mal. "Aunque lo mejor seria desear que no me dejaras por nada del mundo...g-gomen...aquello suena muy egoísta."

Volvió a ocultar su rostro en el pecho del otro y abrazándole con mas fuerza intentando solo relajarse, no ponerse a llorar como ya le había sucedido alguna vez. "Yo solo quiero estar...siempre...siempre contigo."

Spoiler:

Sus brazos rodearon aquel estrecho cuerpo ni bien sintió las cálidas manos en su espalda, sufriendo un escalofrío por la suavidad de la tela que componía el yukata, y sintiendo el bulto del lugar donde se ataba el obi vainilla. Su tacto se deleitaba ante aquello, subiendo y bajando sus manos suavemente por la delgada pero fuerte espalda del mayor, sin poder evitar preguntarse qué sería más suave... si la piel desnuda del japonés o aquella tela, aunque su propia experiencia le respondía que la primera.

"Kiku..." Se avergonzó al escuchar esas palabras, tensándose al escuchar que el mayor se llamaba a sí mismo 'niño', y sin saber cómo responder correctamente a eso sin ponerse nervioso o pensar demasiado, aunque tampoco pudiendo evitarlo. Comentarios como ése removían mucho en él... no le molestaba que los hiciera, le hacían sentirse bien, le hacían sentirse importante para él y... le hacían sentir que realmente era alguien indespensable para el japonés, no solamente 'uno más' en el camino. Pero eso no significaba que pudiese decírselo, y por ello se quedó así, cerrando también sus ojos y aferrándolo más, de forma posesiva, amorosa, temerosa. No lo quería soltar... no quería, porque temía que si lo soltaba... Kiku quizás lo dejase.

"Pe-pero qué estás diciendo..." Su voz sonó algo gangosa, y apretó sus ojos con fuerza mientras sus mejillas se sonrojaban y se abrazaba al mayor casi desesperado. "¡Y-yo jamás me cansaría de tí...! ¡¡N-no hables de lo nuestro como si fuese...a-algo momentáneo...!! ¡Yo te amo...! ¡Y no dejaré de hacerlo por algo tan tonto como la...! L-la edad... >////<" Recuperando rápidamente su tono enérgico de voz, le miró directo a los ojos, con la vista temblorosa y las mejillas rojas, pero se podía notar la decisión cruzando sus verdes iris, sobresaliendo entre todo aquel rojizo. "A-así que, ya no..." Se interrumpió, viendo con sorpresa como el rostro del japonés se hundía en su pecho e, intercambiándose los papeles, ahora era éste quien hablaba con la voz gangosa, como si se esforzase por reprimir un fuerte deseo por llorar.

Su expresión se ablandó enseguida, mostrando un rostro preocupado y mirando a su novio con una mezcla de ternura y preocupación que pocas veces había mostrado, incluso ante él. "K-Kiku... no..." Negó, y llevó sus manos a las mejillas ajenas, haciéndole elevar el rostro y pegando sus frentes, sintiéndolas a ambas hervir. "... ya no digas más... eso que dices, no tiene sentido porque... porque yo no pienso apartarme de tí, jamás... ¡Jamás lo haré...! ¡¿Lo escuchas...?!" Nuevamente algo tembloroso, apretó sus ojos al elevar la voz y al final selló aquellos labios con una mezcla de pasión y desesperación, semi impulsándose para terminar de apoyar al mayor contra uno de los frondosos cerezos, alejados de la algarabía del festival y de sus fuertes luces, alejados de cualquier persona que pudiese interrumpirlos... Solo iluminados por la luz de las estrellas.
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Spoiler:

Abrió grande sus ojos por la impresión de verle tan convencido. Él le podía creer que aquellas palabras fueran verdad, quizás si, ahora le decía que jamás lo abandonaría pero y si se enteraba de la verdad? Iba a ser capaz de seguir sosteniendo sus mismos dichos? Eso era lo que mas le preocupara al nipón, seguir casi con un futuro incierto de su parte, y lo que mas le molestaba era lo mismo que mas le hacía feliz, el estar enamorado de verdad.

Iba a decir algo más cuando sus labios fueron atrapados por los del británico, dejandose hacer al instante. Cerró sus ojos moviéndo sus labios con delicadeza, pero viendo estos deseos cortados al notar la intensidad del beso que el rubio le estaba dando. Sintió un leve golpe al topar su espalda contra un árbol, quedándo apoyado ahí, aún sin terminar algo que parecía ser un beso asfixiante. Deslizó sus manos hasta el pecho de Arthur arrugando por un momento la yukata al apretarla con sus manos y luego ejerciendo algo de fuerza para empujarle y terminar el beso.

"E-espera...detente...n-no tienes que ser tan impulsivo...c-calmate un poco, yo...yo creo en tus palabras." Respiraba agitado y entrecortado, alzó su mano llevandola a la mejilla del otro, acariciando su sueva piel y luego pasando el pulgar por sus labios, notándolos humedos debido al beso. "Dejame mirarte por un momento, quiero tener esta imagen de tu rostro en mi cabeza por siempre"

Se quedó mirándole con una leve sonrisa en sus propios labios, en verdad com osi quisiera memorizar el rostro del otro, en aquel momento, junto a aquellas promesas de que jamás lo dejaría. "Me doy cuenta de como no te quieres apartar de mi solo mirando como duermes agarrandome de un brazo o abrazandome por la cintura, ni que fuera a salir a caminar por las noches...ba~~ka!" Y Sonrió mas abiertamente, con esa sonrisa que solo le dedicaba al rubio, apretando la yukata otra vez e inclinándose para darle un beso corto en los labios. "Nee Arthur...¿te gusta besarme? ¿Cómo sería si estuvieramos besándonos todo un día?...digo, mas de lo que ya lo hacemos" Volvió a besarle de manera corta, luego relamiendose los labios. "Claro que si fuera asi, eso de estar todo el día, tendrías que aprender a controlarte" Rió un poco mas fuerte, tapándose la boca con una de las mangas de la yukata. "Demo...yo me enamoré asi de ti, impulsivo e impetuoso, me encanta que seas de esa forma, tan orgulloso...hasta posesivo."

Rodeó el cuello del menor con sus brazos para volver a besarle, otro beso corto, como si solo le estuviera provocando, aunque esa no era su intención. "He de confesar que al principio no me gustaba eso, me sentía casi como si fuera un objeto de tu propiedad pero...comprendí que no es así e incluso me gusta que me reclames como tuyo."

Un gemido de protesta brotó de sus labios en cuanto éstos y su lengua fueron forzados a separarse de la boca del mayor, acabando con el beso en el que sinceramente, el británico deseaba comerse al japonés a mitad de la noche, sólo para asegurarse de que se pertenecían de forma mutua. Se le quedó mirando entonces, respirando ambos de la misma forma e igual de rojos, cuando sintió la caricia y peticion del otro, pestañeando sorprendido y aún más ruborizado.

- ¿M-mi rostro...? - Susurró, temblando su mirada ante los profundos ojos del otro; había sentido una cálida felicidad cuando escuchó que en él confiaba, y las sonrisas que le dedicaba le provocaban una tímida e inevitable sonrisa propia, observando aquellos ojos y sintiendo las manos en su pecho y rostro respectivamente. A la vez, sus propias manos seguían aferrando firmemente la delgada pero fuerte cintura, y a veces subían a la media espalda, acariciándola de forma posesiva y animosa; más arriba, los labios del inglés se movían dulcemente en aquellos cortos besos, aunque la fuerza que le imprimía a cada uno de ellos msotraban que calmado, era lo que menos estaba. - ¿Q-que si me gusta...? Pero... ¿qué clase de pregunta es esa? Si no me gustase, n-no lo haría, yo... nh...- balbuceó, avergonzado de preguntas tan directas y luego frunciéndose sus cejas con pudor y el orgullo algo herido. - ò///o ¡Y-yo sé muy bien cómo controlarme, n-no es como si no pudiese hacerlo...! I'm an english gentleman, a-after all... I...! - su torpe y orgulloso parloteo se vio coartado por el último de los cortos besos, escuchando al Director hablar y apretando sus ojos antes de abrirlos y mirarle protestón. - Claro que no eres un objeto, baka... ¡¡y si jalo de tu brazo o cintura, e-eso es porque...!! ///// Porque... m-me gusta sentirte...cerca, más aún en las noches...- tragó saliva por la verguenza, alterado de ser descripto de tantas formas y terminando por sonreír nervioso, atontado, sudando frío y sufriendo un tic nervioso en una de sus cejas, mirando a un costado mientras, casi por orgullo, intentaba tragarse los deseos que tenía de tirársele encima al asiático, siendo víctima de los múltiples besos y provocaciones que, según él, le hacía a propósito.

- Y... dime, ¿quieres ir al festival o quedarnos a-...quí? - preguntó, sonrojándose y rascándose como quien no quiere la cosa una mejilla, mirando semi hacia arriba pero aún acorralándolo levemente con su cuerpo al tronco, avergonzado porque, al decir lo último, en su mente se configuraban tan sólo dos pervertidas, pero nutridas escenas: la primera tomándolo contra aquel árbol, o entre árboles de más adentro, o cerca del lago y bajo las estrellas, haciéndolo gritar hasta que ahuyentasen en conjunto a los pequeños animales nocturnos... y la segunda ser tomado, en condiciones similares pero sin espantar a nadie porque... él no gritaba tanto, ¿verdad?